Han pasado ya 25 años, pero como olvidar aquel día cuando jóvenes estudiantes nos dirigíamos a la ciudad de Caracas, específicamente al Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela; el motivo: las autoridades tenían previsto aumentar al corto plazo el precio del comedor, el cobro del transporte universitario, los estacionamientos y otros servicios, como la “única vía” para incrementar los ingresos propios, sin dejar de mencionar el hecho de que era la PM la que cuidaba el recinto Universitario.
Ello, entre otros motivos, fue lo que nos movilizó de Maracay a Caracas un día 19 de Septiembre de 1984: íbamos a pedir un derecho de palabra en el que haríamos una exposición motivada del por qué no se debían tomar esas medidas, recuerdo entre los argumentos: 1) Que la renta petrolera debía garantizar una educación gratuita y de calidad, especialmente para los estudiantes provenientes de sectores populares que, en esa época, éramos la mayoría hijos del pueblo pobre que llegamos a la universidad sin nada, sólo con las ganas de estudiar y luchar; y 2) Que siendo las Facultades de Agronomía y Veterinaria generadoras de conocimientos para producir alimentos y teniendo ambas tanto terrenos sin uso en su periferia, ellos mismos debían ser utilizados por ambas facultades para producir los alimentos requeridos por el comedor para alimentar al estudiantado Ucevista.
En fin, la memoria individual, como todos sabemos, falla y está condenada a desaparecer y a morir con nosotros; es por eso que hoy dos de los compañeros que estuvimos allí, intentamos recordar hechos que de manera individual marcaron nuestras vidas y que aún están en nuestras memorias, convencidos que si los compartimos dejarán de ser memoria individual y pasarán a la memoria colectiva, esa que sobrevivirá al tiempo y que no morirá. Especialmente queremos compartirla con los jóvenes estudiantes de hoy, quienes nunca han conocido la represión, la barbarie, la infamia y la miseria humana encarnada en autoridades civiles y militares, cuyos reparto de cobardes masacradores de estudiantes indefensos, en aquel 19 de septiembre de 1984, estuvo constituido por Jaime Lusinchi, Octavio Lepage, Edmundo Chirinos y un capitán Viscuña, de quien no recordamos su nombre sino su suprema saña en nuestra contra.
Eran 4 autobuses llenos de estudiantes, estacionados en el peaje de tazón y decididos a avanzar y llegar hasta la ciudad de Caracas, al Consejo Universitario. Saldo, 32 estudiantes heridos, de los cuales 8 fueron de gravedad; decir cuáles fueron los daños físicos, aparte de los emocionales, de algunos de los compañeros todavía duele, varios quedaron con alguna discapacidad, muchos eran tan jóvenes, entre 17 y 18 años, que apenas hacía unos días que habían ingresado a la universidad, pero eran jóvenes del pueblo decididos a defender su derecho al estudio, decididos a defender los derechos de nuestro pueblo con cantos, consignas, con ideas; y ese día se violaron todos derechos humanos, hasta el más elemental como es el derecho a la vida.
Ese día le vimos el rostro al fascismo, y a la desgracia más grande que ha tenido este país: la dirigencia adeca-copeyana cobarde, corrupta y asesina. Era su modus operandi hacia el pueblo, históricamente han tenido las manos manchadas de sangre, bien sea desapareciendo, torturando o asesinando públicamente a insignes revolucionarios. Ese día las balas marcaron para siempre nuestra conciencia de clase y participación en las luchas estudiantiles; a partir de allí se fortaleció más el movimiento estudiantil, en el que “Estudiar y Luchar” era nuestra principal consigna.
Pero la lamentable, cobarde, corrupta y asesina dirigencia adeco-copeyana no se quedó tranquila y sistemáticamente, año tras año, a través de distintos mecanismos de ingreso a la universidad, comenzaron a cambiar la composición de clase de nuestros estudiantes, sacando paulatinamente de la educación universitaria a los hijos del pueblo. Hecho que, aunado a más represión hacia los hijos del pueblo (en 1989 en las adyacencia de la facultad de agronomía cae abatido el joven poeta Juan Carlos Celis, en 1995 cae Richard López), dió como resultado que hoy en nuestras universidades autónomas, estudiantes salgan a la calle de espaldas a la gran mayoría de la población, y defiendan los intereses oligárquicos de los grandes carteles de la comunicación corporativa, gritando que “este gobierno los reprime”, siendo la realidad que están junto a los verdaderos asesinos de estudiantes y enfrentados férreamente a un gobierno que los protege.
Sin embargo, el análisis de dichos hechos en tiempos de revolución nos dice que valió la pena, sin duda nos asistía la razón y hoy entendemos que la lucha de clases, como proceso histórico, tiene serias consecuencias para las cuales se requiere disciplina, formación y organización revolucionaria. En tiempos de revolución, hechos como la “masacre de tazón” tienen que ayudarnos a recordar el tamaño y carácter fascista de nuestros enemigos. No se trata de recordar por recordar, se trata de recordar para tomar conciencia de de que los autores de esta masacre persisten en el presente y que no descansarán en su afán de volver, pero con muchísima más represión.
Recordar, luego de 25 años, los sucesos de Tazón, parte del compromiso con nuestros hijos, con quienes hemos sido y con quienes son jóvenes estudiantes de nuestro país, para que comprendamos el inmenso compromiso que tenemos de defender la Revolución Bolivariana y enarbolar la bandera del socialismo, codo a codo con nuestro compañero presidente y junto a nuestro pueblo, en el único camino capaz de garantizar la paz, la justicia, la igualdad, la libertad y soberanía plena de nuestra patria y nuestro pueblo.
VENCEREMOS!!!
Por: Ángela Bolívar y Luis Alfonzo Solórzano
Fuente: Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral INSAI.